¿Cómo almacenar la leche materna de forma segura?
Del productor directo al consumidor. La lactancia materna no puede ser más directa y ecológica, pero también es muy práctico poder extraer leche y delegar las tomas. Sólo para darte un respiro, en caso de lesiones temporales del pezón (algunos bebés pueden ser como plantas carnívoras) o simplemente si eres una WoMum activa que ha vuelto al trabajo y a las actividades sociales. Y como cualquier alimento, el preciado oro líquido debe almacenarse en determinadas condiciones para evitar la alteración de sus preciadas propiedades nutricionales, el desarrollo de gérmenes y la posible contaminación del bebé.
La extracción de leche tiene una ventaja principal: la libertad. Aunque te encante dar el pecho y gracias a la ropa elegante y bien pensada (¿no te hemos hablado de la estupenda marca Milk Away?) ahora es posible hacerlo donde y cuando quieras, a veces es bueno tomarse un tiempo para ti misma lejos del mini-humano más voraz que conoces. Una siesta, una sesión de deporte, una cita médica, una salida nocturna con tus amigas... son momentos que no debes perderte cuando estás dando el pecho. La otra ventaja de la extracción de leche y de la acumulación de reservas es que puedes volver al trabajo sin tener que interrumpir las tan queridas cenas piel con piel entre madre e hijo.
Algunos consejos sobre cómo extraer y almacenar la leche materna de forma segura:
- En el momento de la extracción de la leche: los pechos y las manos deben estar limpios. En realidad, una ducha al día es suficiente para mantener los pechos limpios pero recuerda lavarte las manos justo antes de extraer la leche. Si utilizas un sacaleches, asegúrate de que esté limpio antes de cada nuevo uso (es aconsejable lavarlo en agua muy caliente con un poco de detergente y aclararlo con cuidado. Lo mejor es secarlo al aire sobre un paño de cocina limpio). Los recipientes (normalmente botellas o bolsas de almacenamiento especiales) utilizados para el almacenamiento también deben estar perfectamente limpios.
- Conservar la leche materna a temperatura ambiente (es decir, entre 15 y 25°C): la leche recién extraída puede consumirse en cuatro horas máximo. Esta leche contiene las propiedades antibacterianas más eficaces. También es más rico en antioxidantes, vitaminas y lípidos. Es preferible a la leche refrigerada, que es preferible a la leche congelada. La leche artificial ocupa el último lugar del podio.
- Conservar la leche materna en la nevera (a un máximo de 4° C): la bebida debe consumirse en un plazo de tres días. Evita colocar la leche en la puerta de la nevera, ya que su apertura frecuente provoca variaciones de temperatura. Guárdalo en la parte más fría de la nevera (que difiere según si la nevera es no frost o cíclico... aquí te dejamos que mires tus manuales de usuario...). La desventaja del frío es que tiende a reducir las cualidades nutricionales de la leche materna, pero, por otro lado, garantiza su buena conservación durante varias horas o días. La limpieza de la nevera también es importante, recuerda limpiarla de arriba a abajo al menos una vez al mes.
- Conservar la leche materna en el congelador (a un mínimo de -18°C): una vez congelada, la leche puede conservarse durante más tiempo, es decir, hasta 6 meses como máximo. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la composición de la leche cambia de forma natural en función de la edad del bebé y, por tanto, de sus necesidades de crecimiento. Por lo tanto, no se recomienda dar la leche extraída a los dos meses cuando el niño tiene seis meses.
En general, evite mezclar las leches (incluso las que se exprimen el mismo día, para evitar que se exceda la vida útil y choques térmicos). Por prudencia, no guardes las sobras de un biberón, ya que el bebé puede haber contaminado la leche con bacterias dentro y alrededor de su boca. Para evitar el desperdicio (francamente, estás dando bastante de ti, así que cada gota cuenta), almacena pequeñas cantidades a la vez para evitar tirar la leche no consumida. Se metódica y anota en cada recipiente la fecha de extracción de la leche. Y por último, nunca, nunca, oh nunca, vuelvas a congelar leche descongelada, el riesgo de que crezcan bacterias malas es demasiado grande. Y este consejo se aplica a todos los alimentos que se sacan del congelador, tengas 2 días, 2 meses o 99 años.
¿Cómo se recalienta la leche materna refrigerada o congelada?
Con paciencia y cuidado, sácalo del congelador y ponlo en la nevera (alrededor de 12 horas), o ponlo en un recipiente con agua caliente a un máximo de 37° hasta que vuelva a estar a temperatura ambiente. Ten en cuenta que poner cualquier cantidad de leche materna en frío puede hacer que el líquido se descomponga en capas. A menudo la grasa sube a la superficie y forma una capa. Sin embargo, la leche sigue siendo buena. Sólo hay que agitarla suavemente en círculos para homogeneizarlo de nuevo. Evita agitarlo enérgicamente, ya que puede alterar algunos de sus componentes, que sin embargo son beneficiosos para el niño. Una vez descongelada, la leche que se deja a temperatura ambiente debe consumirse en dos horas o en veinticuatro si se deja en la nevera.
Si tu bebé está en una unidad neonatal o en una sala especializada, o si quieres donar tu leche a un banco de leche, estos centros pueden tener recomendaciones de limpieza y almacenamiento más estrictas. Infórmate de antemano.
¿Qué hacer con la leche caducada?
Un montón de cosas, en realidad. No debe tirarse a la basura. Aunque el bebé no pueda consumirla, la leche materna puede utilizarse para limpiar su culito, también puede mezclarse con el agua del baño (incluida la tuya) para suavizar la piel y combatir los efectos resecantes de la cal. También puede utilizarse para ablandar el jabón, limpiar joyas, eliminar un grano, etc.
La leche materna está llena de sorpresas. No es por nada que le llaman "oro líquido".
¡Y buen provecho Bébé!
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